martes, 27 de julio de 2010

Sector hotelero de Atacames gira entre construir y vender


VERÓNICA BERRONES | ATACAMES, ESMERALDAS
EL UNIVERSO


Los últimos cinco años han sido para el sector hotelero de Atacames, cantón de Esmeraldas, temporada de vacas gordas en lo que respecta a la construcción. Seis hoteles, entre pequeños y medianos, se edifican cada año; sin embargo, los letreros de venta acompañan a algunas de las nuevas edificaciones. Por ello se calcula que al menos dos se comercializan anualmente.

En sus parroquias: Tonsupa, Súa, Tonchigüe, Castelnovo, la situación es similar. Solo a lo largo del malecón de Atacames, ocho propiedades exhiben los rótulos “en venta” y otras tantas están en fase de construcción.

La razón de la venta: el crecimiento turístico en las playas que cada año, en temporada alta, acogen hasta 60.000 personas, según la presidenta de la Cámara de Turismo, Antonia Montaño, sin embargo, la época baja les afecta.

En Atacames, el 50% de los pequeños y medianos hoteles ha sido construido con préstamos del Banco Nacional de Fomento (BNF), el 40% con crédito de la banca privada y el 10% con apoyo de la Corporación Financiera Nacional (CFN).

¿Qué impulsa el interés por construir? Eduardo Bolaños, dueño de un hotel en venta, comentó sin titubear que el motor sigue siendo el que Atacames es la playa preferida de la Sierra centro, sur y norte, por su relativa cercanía.

Bolaños comercializa su hotel con capacidad para 96 personas con la finalidad de edificar otro, ubicado a solo 60 metros de su actual negocio, para acoger a 300 personas. Pero no solo el incremento de turistas lo obligó a crecer.

Desde hace seis años sus habituales clientes empezaron a exigir otro tipo de servicios: no solo querían hospedaje, sino piscina, aire acondicionado (no ventilador), parqueadero, agua purificada, televisión por cable… eso lo obligó a pensar que era hora de cambiar.

Para complacer esos requerimientos, Bolaños inició la construcción de un nuevo hotel. El proyecto le costará $ 800.000 y de esa cantidad $ 350.000 están ya financiados; otros $ 300.000 espera obtener con la venta de su primer hotel y la diferencia con préstamos y reinversión de ganancias que deje el hotel.

Algo parecido le tocó vivir a Clemente Coteras, un hombre de 55 años que no quiere enfrentarse a los selectivos clientes que ahora inundan la playa; no cuenta con el dinero, la fuerza ni la salud para ello.

Coteras tiene diabetes y por su edad y falta de fondos prefiere vender su negocio –en 330.000 dólares– para con ese recurso dedicarse a su finca.

Nostálgico cuenta que como no tiene los nuevos servicios los turistas, en temporada baja, no ingresan. Algo parecido ocurre con el dueño de un hotel con capacidad para 160 personas.

Sus empleados, que prefirieron no identificarse, indicaron que ese hotel, en venta desde hace un año, cuesta $ 2,2 millones y que el deshacerse de él tiene un solo objetivo: construir otro, pero en Puyo.

Otro hotel con capacidad para 200 personas, construido hace unos ocho años y con acabados de primera, también está a la venta. Su precio: $ 3,5 millones. Un valor que en Ecuador es difícil pagar, según Montaño.

El negocio de construir y vender, que a lo largo del malecón de Atacames se vislumbra, tiene una sola explicación: las edificaciones se levantan sin contar con un estudio de mercado, afirmó Montaño.

Los interesados solo consideran el movimiento económico de la temporada alta (junio, julio y agosto) y no la baja (el resto de año, excepto feriados), en donde los precios de los productos también se desploman.

De acuerdo con datos de la Cámara de Turismo de la zona, construir un hotel con los requerimientos de los turistas demanda una inversión mínima de $ 500.000 y solo en mejoras o remodelación se gastarían entre $ 100 mil y $ 300 mil.

Pero, en contraste con las nuevas exigencias turísticas, Coteras observó un factor en común en los visitantes: ellos ya no consumen platos a la carta, sino almuerzos. Y en una zona turística vivir de los almuerzos no compensa la inversión.

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