sábado, 24 de julio de 2010

La revolución se vuelve zen


Francisco Febres Cordero
El excelentísimo señor presidente de la República atribuía todos los males que azotaban al país a la vieja, perversa, inmoral partidocracia.

Como el gobierno ya cumplió su tercer año de vida, la nueva conducta revolucionaria debería haberse implantado y el nuevo orden tendría que regir en todo su esplendor.

Sin embargo, seguimos viendo las mismas prácticas de la vieja, perversa e inmoral partidocracia, con la sola diferencia de que el excelentísimo señor presidente de la República asegura que con eso se está haciendo la revolución. ¿Entendieron? Yo tampoco, pero no se preocupen, que así mismo es: la revolución no se entiende sino que es un proyecto inasible, etéreo que late en el fondo de los corazones ardientes.

¡Pobre excelentísimo señor presidente de la República! Ya me dio pena. Tan entusiasmado siempre con esa revolución que, al principio, le estaba saliendo a pedir de boca. Pero ahora todo se le está dando la vuelta al excelentísimo señor presidente, que recibe ¡unas pifiadas! Va donde los concordenses y le acogen muy tiernamente con palos, piedras y bombas lacrimógenas. Va donde los indios y le dicen mejor regresáte nomás, largáte, perdéte, llucsi, llucsi.

Elé. ¿No es como para llorar a mares? ¡La revolución se va quedando sin indios! Pero, por suerte, en su reemplazo entró sor Freddy Elhers, que no habla, sino que hace meditación y reza. Y con los rezos de sor Freddy verán cómo se acaba la violencia, se eliminan los secuestros, finaliza el sicariato: por algo prohibió la cerveza los domingos, ordenó que se cierren los casinos, quiere que los motociclistas se pongan chalecos con un número en la espalda, como reos cogidos en falta, y que los sicarios monten solo en bicicleta, que nues contaminante. ¡Qué ternura! O sea que la revolución, en vez de ciudadana, va volviéndose zen y, con eso, los revolucionarios que todavía no son hijos de Buda ya van a ser.

Chuta, ya me desvié. ¿En qué estaba? Ah sí, en que al pobre presidente todo le está saliendo mal. Los estudiantes le gritan, los trabajadores le reclaman. Hasta la Asamblea se le está sublevando y los asambleístas no están aprobando las leyes que el excelentísimo ordena y por eso el hombre del maletín ronda las curules, como en la mejor época de la partidocracia. Cómo será que hasta el Corcho ya ni al limbo le dejan entrar. Y es que creo que cuando le operaron no solo que le cortaron el intestino sino que le hicieron una lipo de los acuerdos que firmó y le instalaron suspensorio en el colon ascendente: por eso suspende todas las sesiones.

Lo que más me preocupa es que sin partidocracia el excelentísimo señor presidente se va quedando sin nadie a quien achacar todos los horrores que pasan en el país. ¿Cómo puede, por ejemplo, achacarle a la partidocracia la vergonzosa metedura de pata del Patiño con el embajador Proaño, en la OEA? ¡Qué bruto el Patiño! ¡Uf!, él solito resultó mucho peor que toda la partidocracia junta!

Lo único que le salva al excelentísimo señor presidente es que todavía tiene a flor de lengua a la prensa corrupta, por lo menos hasta que a ella también le vuelva zen y la convierta en ingenua, dulce, cándida, mansa, meditativa, cursi y rezadora. Con la zen sura previa y con todos los bozales que quiere poner a los periodistas, digo.

No hay comentarios: