viernes, 30 de julio de 2010
Para los Épera no hay fronteras: colombianos y ecuatorianos son un solo Pueblo
EL MERCURIO
Desde hace dos años, el ACNUR en Ecuador apoya al Pueblo Épera, comunidad indígena que vive en la rivera del Río Cayapas, en la provincia de Esmeraldas, Cantón Eloy Alfaro.
Estos hombres y mujeres inicialmente migraron desde Colombia en la segunda mitad del siglo pasado para mejorar sus condiciones de vida. Actualmente, alrededor de 450 Éperas, 20% refugiados, viven en esta zona, a la que se puede llegar únicamente en canoa. El trabajo de ACNUR se enfoca en facilitarles el acceso al sistema de asilo a quienes han salido de Colombia como consecuencia del conflicto en este país y en fortalecer granjas integrales para mejorar la producción agrícola de la comunidad que sirve tanto para el consumo interno como para el comercio. Ha resultado ser un proyecto muy exitoso y con gran acogida en la comunidad que lo ha hecho propio.
La población Épera se ubica en la costa del Pacífico de Ecuador y Colombia, en el área denominada Chocó. Como la mayoría de los pueblos indígenas no reconocen fronteras, Carlos, miembro de la comunidad, manifiesta que “colombianos y ecuatorianos somos un solo pueblo”; sin embargo, muchos de ellos se ven obligados a permanecer en Ecuador debido al reclutamiento forzoso de jóvenes, hombres y mujeres. Cada año nacen cerca de 12 nuevos miembros del Pueblo Épera en Ecuador, “queremos preservar nuestra cultura, idioma, e identidad y no queremos que nuestros jóvenes se vayan”, menciona Salvador Chirimía, Presidente de la comunidad, al conversar sobre los retos que enfrenta su pueblo, especialmente el relacionado con el tamaño limitado de su territorio. Gracias a la gestión de sus dirigentes y el apoyo del Vicariato de Esmeraldas, esta comunidad ha logrado adquirir alrededor de 340 hectáreas de tierras comunales, ya que anteriormente no poseían territorio propio. Parte de esta tierra se ha declarado como reserva natural.
Rafael Zavala, coordinador de la oficina de ACNUR en Esmeraldas, nos comenta que el apoyo a las granjas integrales “contribuye no sólo a mejorar las condiciones de vida de esta población; sino también fortalece la integración de la comunidad ya que todos los miembros de la familia trabajan en ellas”. Los proyectos con un enfoque integral son claves para esta comunidad que ha estado invisibilizada por mucho tiempo. Se ha incorporado cacao fino de aroma como cultivo principal, acompañado de árboles maderables y frutales; y al mismo tiempo se han utilizado los callejones libres para intercalar plantas de ciclo corto y mediano, todo ello en coordinación con la ONG Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP) y como se ve en el marco de la preservación del medio ambiente. El territorio donde se asientan los Éperas en Ecuador es pequeño, pero muy generoso. Aquí producen plátanos, yuca, maíz, fréjol, naranja, entre otros. Las mujeres se dedican también a las artesanías.
Aunque los servicios básicos les ha llegado de una manera muy limitada, el Pueblo Épera ha logrado organizarse; y lucha diariamente por preservar su cultura y reforzar su identidad. Es un pueblo solidario que regularmente acoge en su comunidad a más miembros que vienen desde Colombia, huyendo del conflicto. “Trabajar con el Pueblo Épera es muy satisfactorio, ellos tienen como objetivo mantener la armonía y conservar sus tradiciones y el medio ambiente”, manifiesta Rafael Zavala.
Andrea Durango en Esmeraldas, Ecuador. ACNUR
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