sábado, 17 de julio de 2010

EDITORIAL: La suerte de los callados


Por: Juan Montaño Escobar
axe858@hoy.com.ec


Sobraban problemas en la refinería estatal (instalada en Esmeraldas) como para crear uno grande y espeso: trasladar la administración de la planta industrial a Quito. Fue lo más cerca que pudieron: 450 kilómetros de distancia y 2 800 metros sobre el nivel del mar. ¡Qué sabios! Los de la Gerencia de Refinación aterrizan sábados y se regresan el domingo. Y ocurrió la fuga de fuel oil hacia los ríos Teaone y Esmeraldas.

Los operadores de algunas de las unidades auxiliares y de refinación tienen sobrecarga laboral. O sea, lo que en el lenguaje petrolero llaman "doblar". Duplicar la jornada. En la unidad desde la que se originó el derrame, se accidentó dos meses atrás el operador José Godoy y aún no había sido reemplazado. Al parecer, el "doblaje" de turno habría causado la mentada "falla humana". El miércoles pasado, comenzaron a botar técnicos, sin investigación de causas ni realidades.

El problema se originó en los tanques codificados como Y-T2501 y Y-T2502 de 1 500 metros cúbicos de capacidad cada uno, en los cuales se almacena fuel oil extra pesado, es decir, residuo petrolífero de alta viscosidad. Estos tanques, según se sabe, tienen un sistema de alarmas, por alto o bajo nivel, de gran confiabilidad y, para el día, del rebosamiento funcionaban con normalidad.

Si la Gerencia, en su lejanía y alturas, es una cosa curiosa para la cátedra de administración de empresa, el derrame es increíble. Aproximadamente, empieza a las 4 de la madrugada del sábado 10, supera el envase de protección de derrames (cubeto) de los tanques, que por norma técnica es el 110 % de su volumen total, se va lentamente por el sistema de drenaje; amanece, y nadie informa del desbordamiento, supera compuertas y llega al río Teaone. Para entonces, son las 12 del día.

A las 2 de la tarde, se instalan unas precarias barreras antes de la desembocadura del Teaone en el Esmeraldas, pero ya la contaminación era evidente en ambos ríos.

El fuel oil derramado estuvo a 115 grados Celsius de temperatura y desprendió gases inflamables a 10 metros de un horno codificado como y- H 2501; ese sábado, sus quemadores estaban encendidos y, a 15 metros, había un recipiente lleno de una mezcla de gases, algunos de ellos, muy inflamables. El evento pudo haber sido catastrófico para una refinería que no tiene ni una sola motobomba. A la Gerencia, por lejanía y altura, todavía no le llega el mensaje.

La cantidad de fuel oil derramado varía entre los 1 500 metros cúbicos y 207 metros cúbicos. Y no es que no importe la cantidad; sin embargo, la mancha se extendió desde el punto de descarga al río Teaone hasta cerca de la desembocadura con el Esmeraldas; son algunos kilómetros. Por este vecindario, el tema es imperdonable e inolvidable.

Este jazzman cree que deberían ejecutarse dos acciones inmediatas. Una: la Gerencia de Refinación debe descender a la planta y con independencia de las burocracias de la Alpallana.

Dos: mejoramiento urgente del ambiente laboral y terminación de la sobrecarga de turnos.

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