sábado, 20 de marzo de 2010

Educación ante tsunami es escasa


EL TELÉGRAFO

En la madrugada del 27 de febrero un terremoto sacudió la región central de Chile. El movimiento causó de inmediato un tsunami (maremoto) que provocó destrucción y muerte en la localidad de Concepción.

Este fenómeno prendió enseguida la alerta en la región y Ecuador no fue la excepción. Las autoridades agrupadas en los comités de Operación de emergencia (COE), junto con la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, comenzaron a evaluar las zonas vulnerables y establecer el tipo de información que tienen las personas para enfrentar los desastres naturales.

Pero los datos que tiene la población relacionados con lo que significa un tsunami son básicos. Por lo general conocen únicamente que deben acudir a lugares altos para protegerse.

En la faja costera del país, según el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar), hay 165 poblaciones (entre cantones, parroquias, recintos y caseríos) y por las características del fondo marino, el centro y norte (Manabí y Esmeraldas) son las de mayor riesgo de tsunami, pues la mayor parte es playa con pendientes variables.

El presidente de la Junta Parroquial de Salango (población pesquera del sur de Manabí), Freddy Pincay, dice que se hace un trabajo local. “Recién estamos coordinando con la población, no tenemos nada de información y la gente no sabe lo que debe hacer ni lo que significa un tsunami, solamente que tiene que ir a las partes altas que aquí sí existen”, explica.

Desde la población hasta la vía principal (Ruta del Spondylus) son cinco minutos a pie. Está cerca a cerros que la circundan. esto, según Pincay, les ofrecería a los pobladores seguridad.

Verónica Baque, voluntaria de la Defensa Civil, recuerda que hace cinco años se realizaron simulacros y campañas de concienciación (a raíz del tsunami que afectó Indonesia).

“Pero duró cerca de tres meses y después todos se olvidaron de seguir preparándose y ya no le dan importancia”, explica Baque.

En el cantón y balneario Puerto López, el Cuerpo de Bomberos local instaló un sistema de alarma comunitaria, así como de perifoneo para alertar a la población.

Macario González, jefe de la unidad cantonal, indica que previamente reciben información del Inocar no solo en caso de sismo o tsunami, sino sobre los períodos de aguaje.

Pero considera que falta determinar rutas de escape, realizar simulacros de evacuación y educar a la gente sobre el peligro de un eventual tsunami “podemos alertar, pero no sabemos qué hacer después”, asegura.

En San Mateo (localidad pesquera artesanal a diez minutos de Manta) un rompeolas protege parte del lugar. Detrás del muro los pescadores colocan las fibras para cobijarlas del incesante golpe de las olas.

La playa es angosta (casi diez metros de ancho). No obstante desde la tercera cuadra la población se asienta en partes altas hasta llegar a la carretera. A diferencia de Puerto López y Salango, aquí las charlas comenzaron hace dos semanas, aunque no todos acudieron.

“Necesitamos más información sobre lo que es el tsunami, hemos escuchado lo que pasó en Chile pero nada más”, dice Marcia Mero López. Ella agrega que sí supo de las charlas, pero que no le avisaron a todos.

Roberto Pinela, presidente de la Federación de Barrios de San Mateo, expresa que preocupa esa desinformación, porque la Secretaría de Riesgos de Manabí elaboró un cronograma de capacitación a las poblaciones costeras para concienciar sobre los desastres naturales.

“En esta localidad se comenzó a trabajar hace dos semanas, incluso nos dijeron cómo debemos actuar y tener listo un bolso con linterna, un radio y productos no perecibles”, manifiesta tras asegurar que por estar cerca a cerros, la evacuación sería rápida.

Roque Mendoza, coordinador de la Secretaría de Riesgos de Manabí, coincide en que nunca se ha capacitado a las personas para enfrentar un tsunami, más aún cuando esta provincia tiene 353 kilómetros de Costa y aproximadamente 40 poblaciones cercanas al mar.

Recuerda que años atrás se elaboró un mapa con zonas de riesgo. Se identificaron a más de 20 localidades con más vulnerabilidad, tanto por su cercanía como por el tipo de suelo marino.

Cita a localidades como Cojimíes, Perdernales, La Chorrera, El Matal, Briceño, Canoa, San Vicente, San Jacinto, San Clemente, Crucita, Los Arenales, Jaramijó, San José, Manta (Tarqui, San Mateo y San Lorenzo), Puerto Cayo, Machalilla, Puerto López, Salango y Ayampe.

“No significa que solo allí puede pasar un tsunami, pero sí debe enfatizarse en la educación en prevención desde las escuelas y a eso apuntamos las autoridades, previo al diagnóstico que se realizará para identificar las zonas de mayor riesgo y las rutas de evacuación”, manifiesta Mendoza.

Recuerda que en 1998, a raíz del terremoto que afectó Bahía de Caráquez, San Vicente, Briceño y el balneario Canoa, la población de estos sectores está consciente de tener a la mano linternas y comestibles.

En la provincia de Esmeraldas, que el mes pasado sufrió un fuerte aguaje que afectó Muisne, Mompiche, Galeras y el cabo San Francisco, ni autoridades ni población están preparados para actuar, en caso de un eventual tsunami.

“No existen rutas de evacuación ni señalética en caso de un tsunami. tampoco sistemas de alerta; la población no sabe qué hacer ni cómo actuar”, así lo señala la coordinadora provincial de la Secretaría de Riesgo, Karen Calderón, quien tampoco señala si en las siguientes semanas se realizará algún programa de concienciación y educación.

Esta provincia tiene 46 poblaciones en el filo de costa y en la parte central, entre la capital hasta Muisne, es considerada como vulnerable, según el Inocar.

Marlene Cuero, moradora de la capital, pero que labora en la oficina de Registro Civil de la población pesquera de Galeras, expresa que hace cinco años tuvieron una charla y nos entregaron unas hojas (luego del tsunami en Indonesia), pero de allí no nos han dicho nada”, afirma.

Este desconocimiento también se traslada al sector turístico. Sara Moyano, propietaria del hostal Andy, en Atacames, admite que personalmente no sabría cómo actuar en caso de un desastre natural. “Si es un tsunami, tal vez me iría al cerro, pero está a diez minutos y no creo que llegue”, sostiene.

En este balneario, así como en Súa y Tonsupa, personal de la Armada entrega a los pobladores y turistas hojas volantes con información relacionada a medidas de prevención en caso de tsunami.
Para María del Pilar Cornejo, secretaria nacional de Gestión de Riesgos, sí existe un programa de capacitación que se lo hará por etapas en diferentes lugares y que será permanente.

“La Armada estuvo trabajando hace dos años en estos temas, pero esto tiene que ser institucionalizado y permanente, no solo cuando sucede un fenómeno”, manifiesta.

El programa, dice, se piensa implementar incluso como parte del programa educativo en las escuelas.

Cita que en Santa Elena la gente sabe lo que tiene que hacer, porque se trabajó a lo largo del filo costero, “pero no tenemos en cobertura en todo el Litoral, porque han sido pilotos, entonces falta trabajar en forma sostenida”.




Análisis
Luis Lazo Pacheco


Miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Contingencias y Desastres


El hombre busca el peligro

La tierra, al ser candente por dentro y por absorber energía, las libera en forma de desfogaderos (erupción volcánica). También existen grietas, que son las fallas geológicas. En la región tenemos una cadena de volcanes que va desde la Patagonia (Argentina) hasta el este de Java (Indonesia) y estas circunstancias en el Pacífico crea sucesos normales que, sumados a ciertos cambios meteorológicos, producen los fenómenos naturales, como erupciones, maremotos, terremotos y huracanes. Estos fenómenos solo se convierten en desastre cuando entra y afecta a la civilización, pero que muchas veces es producido por el mismo atropellamiento del hombre a la naturaleza, por ejemplo, la ciudad de Baños está situada dentro de una falla geológica y debajo del volcán Tungurahua, es allí cuando se producen desastres con pérdida de vidas, materiales y de la biodiversidad.

Hay sectores que no deben ser habitados porque son zonas de riesgo, pero el ser humano es el que busca el peligro, ante eso solo tenemos que prepararnos con sentido de responsabilidad y saber cómo enfrentarlo antes, durante y después del fenómeno.
Datos




Los tsunamis son olas que recorren grandes distancias, pueden llegar a una velocidad de 800 kilómetros por hora.

Se estima que un tsunami causado por un sismo submarino cerca del territorio continental de Ecuador puede impactar las costas más cercanas luego de 20 minutos de ocurrido el mismo.

Según el Inocar, en Ecuador se han originado seis eventos: Esmeraldas (1906), Santa Elena (1933), Esmeraldas (1942), El Oro (1953) y Esmeraldas (1958 y 1979). Todos estos casos no fueron de gravedad.

Un tsunami es perceptible en la playa cuando el mar se recoge. Hay tiempo para trasladarse a

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