EL UNIVERSO
En el 2008, la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) confirmaba, por medio de un informe sobre las inversiones públicas, una realidad que ya era vox populi desde antes del 2005: “La refinería de Esmeraldas está a un paso del colapso”.
La planta necesitaba, según Senplades, tener continuidad en su operación y capacidad de procesamiento; mejorar la seguridad en sus instalaciones, controlar las emisiones gaseosas y motivar al personal. Por falta de recursos no se habían podido cumplir los planes de rehabilitación, admitían.
Tres años después se está trabajando en un proceso de estabilización en el que se ha gastado aproximadamente unos
$ 600 millones y –según la gerencia de Petroecuador– llegará a costar unos $ 855 millones hasta el 2014.
Pese a ello, la refinería sigue en emergencia, afirma el experto petrolero Fernando Villavicencio, “aún es una bomba de tiempo”.
La planta de Esmeraldas, que data de 1987, se sigue viendo amenazada por diversos tipos de siniestros: paralizaciones de emergencia, derrames, emanaciones tóxicas que causan enfermedades catastróficas en trabajadores y hasta explosiones que han dejado varios heridos. El último accidente fue el 2 de febrero pasado cuando explotó un carro cisterna que hacía la limpieza de las alcantarillas y en el cual sus dos ocupantes quedaron heridos.
Con esas paralizaciones ha venido también el incremento de las importaciones.
El proceso de rehabilitación que está a cargo de la coreana SK y que consiste en instalar un reactor (que ya se encuentra en los patios de la refinería) y un regenerador (que llegará en junio próximo) ha avanzado en un 22%, según el encargado del proceso de rehabilitación, Antonio Morales.
El funcionario explicó que los trabajos no mejorarán la producción de la refinería ya que esta planta seguirá operando con crudos pesados, sobre todo porque la reserva de crudos livianos del país está disminuyendo. Lo que se está haciendo es mejorar los equipos obsoletos con otros más resistentes a los contaminantes del crudo pesado.
Villavicencio comentó que las medidas no resuelven el problema estructural de la planta, que podría mejorar si se bombeara el crudo liviano a Esmeraldas, sin mezclarlo con el pesado de las empresas privadas.
Eduardo Brown, experto en refinación, insistió en que ahora existen mejores condiciones para dar ese cambio, pues el costo de operación del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) ya puede ser regulado por el Estado.
Villavicencio también advirtió que la paralización anunciada de siete meses para la instalación del reactor y el regenerador causará un enorme perjuicio económico, pues el Gobierno deberá destinar unos $ 980 millones para importación de combustibles. Explicó que UOP, otra empresa interesada había ofrecido realizar el cambio en 45 días.
De acuerdo con Morales, los puestos de los trabajadores que fueron separados por el caso Gaspetsa se llenan mediante “dobladas” (horas extras) de los trabajadores.
Sobre estos temas, el asambleísta Cléver Jiménez (Pachakutik) y Villavicencio entregaron la semana pasada a la Contraloría, Fiscalía y Secretaría de Transparencia un pedido de investigación sobre las razones por las que Esmeraldas ha tenido tantas paralizaciones.
Cifras
173
Días parados. En tres años, del 2008 al 2010, la refinería suspendió sus operaciones por casi seis meses.
$ 410 millones
Rehabilitación. Costo de la instalación de un reactor y un regenerador.
93
Despidos. La planta de Esmeraldas se vio mermada tras el despido de 93 empleados operativos.
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