domingo, 27 de septiembre de 2009

Más devotos llegan a Santa Cruz, para ver una imagen




EL COMERCIO

El mirador de Santa Cruz dejó de ser un sitio abandonado, para convertirse en uno de los puntos más concurridos de la ciudad de Esmeraldas.

Justa Jiménez, moradora de este populoso sector, donde resaltan las casas de caña, asegura que desde inicios de este mes llegan cada vez más y más personas. Ellos van a visitar a una imagen del Divino Niño, que supuestamente llora lágrimas de sangre.

Verdad o fantasía, los devotos de esta imagen, que fue colocada el mes anterior, avanzan hasta la cima de la loma, ubicada frente al puerto de Esmeraldas.

La mañana de ayer, una veintena de fieles arribó a la capilla de cemento, de dos metros de alto. En el interior hay una representación en yeso del Niño Jesús.

La imagen de aproximadamente 40 cm está vestida con ropas blancas y un manto rojo de tela brillante. Dos manchas rojas que nacen en los ojos de la efigie son evidentes. Para los creyentes es la prueba de que la representación del Divino Niño llora sangre.

Entre los visitantes estaba Carla Guevara, estudiante de la Escuela de Enfermería de la Universidad Católica de Esmeraldas. Ella llegó con cinco compañeras, para constatar la noticia que más se escucha en Esmeraldas por estos días.

“Unos dicen que es verdad. Otros que es una pintura sobrepuesta. Yo no creo lo primero”.

“No diga eso niña, el santito se puede molestar”, le increpa Geovanny Garcés, mientras coloca una vela en el altar. Garcés es taxista y aprovecha las carreras cercanas para visitar a la imagen, tocarla y santiguarse.

Según Dalia Bone todo empezó cuando su esposo José Guamán y unos amigos decidieron construir una capilla en honor al Divino Niño. Así lo hicieron para contrarrestar las peleas y los asaltos.

Gregorio Mieles, de 80 años, muy reconocido por sus vecinos, donó la imagen que tenía en su casa, ubicada cerca de este mirador. “A los pocos días, Mieles apareció muerto en el interior de su vivienda y la imagen comenzó a llorar”, cuenta Bone.

El obispo de Esmeraldas, Eugenio Arellano, descartó que se trate de un acto divino. “El único que llora lágrimas de sangre es Jesús en el cielo, viendo el comportamiento de la humanidad”.

A pesar de esa opinión, en el sitio se han realizado misas con el apoyo de sacerdotes amigos. Otra se realizará hoy, a las 18:00.

Foto:EL COMERCIO

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