Foto: Tania Coronel, para Esmeraldas News. |
La gente caminaba en grupos. Con maletas de mano, ropa holgada y zapatos deportivos se dirigían hacia las zonas altas y los refugios que se instalaron por la emergencia de tsunami en Esmeraldas.
En 60 minutos, unas 50 000 personas fueron evacuadas del perfil costanero. Su peregrinaje fue ordenado y rápido. La gente conocía las rutas de evacuación y había señalización en las calles.
Gloria Zambrano aseguró que reciben capacitación sobre riesgos desde hace un año. Ella sabía que al salir de su barrio (Nueva Esperanza) tenía que cruzar la avenida Libertad y llegar a la Catedral. Este lugar es uno de los siete más seguros de la ciudad frente a los efectos de un tsunami. El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de Esmeraldas definió estos sitios tras hacer un estudio técnico hace dos años.
“Su función, precisamente, es estar preparados ante un desastre natural”, dijo el alcalde de la ciudad, Ernesto Estupiñán. “Cuando nos enteramos de la alerta de tsunami (el viernes a las 06:00) el COE activó el plan”.
A las 11:00 del viernes, las autoridades aparecieron en una cadena de radio y televisión. Pidieron calma a la población. La aclaración fue clave, pues en las calles había desinformación y se hablaba de olas de 8 metros. Se ordenó a las personas que viven cerca del mar que salieran de sus casas hasta las 14:00.
A esa hora, el sonido de las alarmas de alerta temprana se escucharon en la ciudad. Era la señal de que se iniciaba la evacuación forzosa y tanto policías como militares tenían la orden de no dejar a ningún civil cerca de la playa. Hay dos alarmas instaladas en el centro y norte de la urbe, cada una con 12 cornetas.
Las personas que no fueron a las elevaciones montañosas llegaron a los centros educativos definidos por el COE.
En la escuela 10 de Agosto había 80 personas en los corredores y aulas de clases. Los niños corrían y jugaban fútbol con botellas plásticas.
Nancy Ortiz llegó a la escuela a las 14:00 con sus dos hijas. Luego de tres horas de espera quería volver a casa.
“No traje comida ni agua para los niños, solo una sábana y algo de ropa”. Las niñas le pedían golosinas para saciar el hambre, pero no tenía dinero.
“Las autoridades solo llegaron a constatar cómo estábamos y no volvieron para darnos víveres”, dijo Ortiz. El gobernador de Esmeraldas, Lenin Lara, reconoció que hubo deficiencias en la aplicación del plan. “Repartimos pan y agua, pero no fue suficiente. Es una lección para prepararnos mejor en otra emergencia”.
Además, hubo problemas para reconocer el significado del sonido de cada alarma. Durante el día se escucharon en tres ocasiones. La gente no sabía si anunciaban la llegada de las olas o era el detonante de la evacuación.
Lara explica que en la primera, a las 14:00, se inició del traslado de la población que aún no había salido de sus viviendas. La segunda alarma, a las 20:00, fue para anunciar que la marejada había llegado. Y la última, pasadas las 22:00, para indicar que el peligro había pasado.
“No sabíamos si bajar a las casas o quedarnos en el sitio”, refirió María Rosa Estupiñán, moradora del barrio Puerto Limón. “Los periodistas en las radios tampoco sabían el significado y eso causó confusión y angustia”.
Lara explica que entre las 20:10 y las 20:50, en Esmeraldas, el nivel del mar subió 40 centímetros y no hubo novedades en la playa. En Súa algunas embarcaciones que estaban ancladas resultaron afectadas.
A las 23:00, el COE levantó el estado de emergencia en la ciudad y las 50 000 personas pudieron retornar a sus hogares.
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