TOMADO DEL BLOG DEL PERIODISTA MARTÍN PALLARES DEL DIARIO EL COMERCIO
Hubo que suspender la fiesta. Continuarla hubiera sido prolongar el rídiculo, y el bullicio con el que se había llenado la avenida Shyris terminó traduciéndose en un profundo silencio adornado con caras largas y sinsabores.
La verdad es que la fiesta fue demasiado prematura. Los datos del exit poll de Santiago Pérez que el gobierno había contratado para hacerlos públicos en los canales incautados daban la idea de un triunfo holgado. Esa imagen permitía lanzar con energía el ya repetido discurso sobre una nueva batalla ganada a la oligarquía, a los medios de comunicación y a todos quienes no creen en la verdad suprema. La bravuconería de Correa antes de las 21:00 terminó convirtiéndose en una lamentable exposición al ridículo.
Los resultado del conteo rápido del Consejo Nacional Electoral llegó justo cuando más prometía la fiesta de la Shyris, cuando el Gobierno sacaba el mantel largo y las copas de champagne.
Las cifras oficiales daban cuenta de una victoria que, en honor la verdad, es una vergonzosa derrota. Derrota porque el margen entre el Sí y el No no se acerca ni de lejos a lo prometido, y vergonzosa por lo desafiante que fue el arrogante discurso de los ganadores prematuros.
De no ser porque en la más reciente constitución se establece que en una consulta basta que una tesis gane, sin importar que tenga mayoría, el Gobierno no tendría argumentos para hacer aprobar sino una sola de las preguntas planteadas. De no ser por esa constitución, redactada por algunos arrepentidos y conversos de último momento, el Gobierno no tendría cómo viabilizar su proyecto para controlar la justicia y, mucho peor, para establecer un consejo de regulación para los medios de comunicación.
Aún así y con la disposición legal vigente que permite que se gana sin mayoría, el camino para el Gobierno no será fácil. Su propuesta llega evidentemente debilitada y con la sensación de todos de que no hay una evidente mayoría a favor de las tesis de Correa, aunque haya ganado el Sí. Ojo, los datos hablan de que únicamente una de las diez preguntas ganó con algo más del 50 %.
Hay otras formas de leer el resulado. Por ejemplo, para quienes habían apostado a este proceso como un mecanismo para ratificar al Gobierno luego de la supuesta intentona golpista del 30S, el golpe debe ser particularmente doloroso. Quizá sea hora de esconder el tonto guión del golpe.
También deben haberse lastimado los gobiernistas que compararon los resultados con aquellos de los procesos anteriores. Cuando se consultó la realización de la Constituuyente, un 81,72% votó afirmativamente y cuando a la consitución de Montecristi se sometió al escrutinio popular el resultado fue de un 64%.
Y si se hace la lectura, sin duda correcta, de que lo que estaba en juego era el Gobierno de Correa y no las preguntas largas y complicadas que la mayoría no tomaba en cuenta, el dolor debe haber sido aún mucho mayor.
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