lunes, 23 de mayo de 2011

Salió de un burdel y lo hallaron baleado

Geovanny Pañora, Quinindé (Esmeraldas) EXTRA
Quinindé se tiñó de sangre el fin de semana. Un hombre que salía de un prostíbulo fue asesinado con cuatro tiros, mientras que a otro lo mató un carro.
Hasta las 22:00 del sábado Ramón Leonardo Moreira Mendoza, de 25 años, estuvo junto a su hermano Guillermo en un burdel disfrutando del placer de la chicas y la buena música.
Copas van y otras vienen, los muchachos estaban bien entonados y no le sacaban los ojos a los cuerpos de las nenas que lucían unas diminutas tangas, exhibiendo lo que ellas tienen.
Llegó la noche y los hermanos estaban acaramelados con las muchachas, quienes hacían que los clientes se sientan bien y disfruten del momento. Uno de ellos dijo: “hasta aquí nomas, nos vamos”.
Ramón, que estaba bien mareado, tomó un taxi para ir a su casa en la vía Arenales, mientras que Guillermo iba detrás del carro en una moto.
El taxi se adelantó con el pasajero y se alejó, luego venía de regreso, entonces Guillermo continuó con su recorrido, pero minutos más tarde se llevó una gran sorpresa.
A las 22:00 encontró a un hombre tirado en una guardarraya y sin pensar que se trataba de su allegado detuvo la moto y se bajó para ver de quién se trataba.
Allí hasta el chuchaqui se le quitó al observar que el muerto era su hermano, quien tenía cuatro tiros, tres en la cabeza y uno en los dedos de la mano izquierda.
Esa noche los deudos nada pudieron hacer para retirar el cuerpo de la morgue, pero ayer, a las 06:00, una señora embarazada, de contextura delgada y con tres pequeños, todos con el rostro lleno de lágrimas, llegó al anfiteatro. Se trataba de María Marisela Castillo Cedeño, de 23 años, esposa de Ramón Moreira, un jornalero de Quevedo que hace 15 días había llegado a trabajar al sector.
No se sabe quién ni porqué lo mataron, lo cierto es que se dio la última chupa en un burdel y luego amaneció con el cuerpo lleno de tiros.
Lloraron al mejor cliente del bar
Cuando vieron el cadáver se abalanzaron sobre él. Lloraban a moco tendido, pero lo más sorprendente es que ninguno de ellos era pariente de Antonio Gregorio Salvatierra Pinargote, de 23 años, a quien un carro Ford Sedán, de placa PIB- 863, lo atropelló y mató en la vía Quinindé.
Resulta que quienes estaban apenadas eran las chicas que atienden una barra bar, a donde el fallecido acudía todos los fines de semana para disfrutar de la música y la buena atención que le daban las féminas.
Rosendo Pinargote, tío del fallecido, manifestó que su sobrino salió desde el recinto Valle del Sade, perteneciente a Quinindé, donde trabajaba en labores agrícolas. El muchacho venía los fines de semana hasta ese cantón para ponerse a beber, era un cliente fijo del lugar. Las jóvenes que atienden el bar dijeron a EXTRA que ayudaron a Antonio Gregorio a subir a un bus, ya que estaba bien mareado.
Se presume que se quedó en el sitio antes mencionado y al intentar cruzar la carretera no se percató que venía un vehículo que lo arrastró unos 20 metros y lo mató. El chofer escapó y dejó el carro abandonado.

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