domingo, 8 de agosto de 2010

EDITORIAL: La gran noticia


Por: Francisco Febres Cordero
EL UNIVERSO

Hay una noticia que merecía los principales titulares en los diarios y un amplio despliegue, pero que, por alguna extraña razón, la prensa corrupta prácticamente la ha soslayado: el excelentísimo señor presidente de la República se va de vacaciones a Bélgica, durante doce días con sus noches.

¡Qué notición! No solo para él, pues, sino, sobre todo, para nosotros. ¡Uf, qué alivio! ¡Cómo vamos a descansar! ¡Qué relax que vamos a tener! ¡Qué desagostados que vamos a estar durante agosto!

Imagínense, doce días con sus noches en que no vamos a oír ni un solo insulto, no vamos a tener ni una cadena, no le vamos a ver ni una sola vez en sus recorridos a lo largo y a lo ancho del territorio saltando ríos, subiendo montes, poniéndose ponchos, hablando en quichua, cantando en sol feo, contándonos el menú de los desayunos que le dan, volando en sus aviones y en sus helicópteros, recorriendo hecho un flus por las calles con sirenas y su séquito cada vez mayor de guardaespaldas, jalándoles las orejas a sus pobres colaboradores y haciéndoles llorar, pobrecitas, a sus colaboradoras, refundando a cada paso la república y, en fin, presentándose como el adalid de la revolución ciudadana que, como ustedes habrán notado, está en marcha.

¡Y en qué marcha! Nos tiene a todos con la lengua afuera el excelentísimo señor presidente de la República con su febril actividad. Cosa que ya no aguantamos, ya no damos más. Como él no duerme, no nos deja dormir tampoco a nosotros y por eso todos estamos así, ojerosos, taquicardiosos, nerviosos, asustados, indigestos, comiendo sanax a cada rato y tomando valeriana. O sea, al borde de la locura.

Pobrecito el presidente. Ya me dio pena. Ojalá en Bélgica se vaya a un spa de esos que, seguro, le relajarán untándole en todo el cuerpo lodo alcanforado y después chocolate, flores aromáticas, esencias de jazmín y azahares, en medio de una suave música tipo new age. Con eso se calmará la hiperactividad que le agobia. Aunque no, eso creo que no vale porque ha de venir con una piel demasiado tersa y oliendo riquísimo y el Fabricio le ha de decir que ya se volvió del círculo rosa. ¡Más fijón que es el Fabricio! ¡Qué peligro!

Mejor que allá, estando con su familia, haga unos picnics tipo boy scout con su mujer y sus hijitos, hable en francés, pasee por los parques, vaya a la ópera (aunque, chuta, ha de querer cantar) y, sobre todo, duerma.

Duerma y no se despierte, asustadísimo, con las pesadillas de que hay conspiraciones en marcha e intentos para matarle. Duerma con la seguridad de que, en su ausencia, el país, por fin, va a estar tranquilo. Cómo estará de tranquilo que hasta la Asamblea, aprovechando la ausencia de su jefe, va a entrar en receso. Y es que, claro, si no tiene nadie que le esté ordenando cuáles leyes aprueba y cuáles no, de gana se reúne.

¿No les parece a ustedes esa la mejor noticia de los últimos años? ¿No les suena esa a la decisión más acertada que ha tenido el excelentísimo señor presidente de la República en todo su proyecto de revolución ciudadana? Y es que, en vacaciones, hasta podría ser posible que haga un balance (¿o eso será mucho pedir?) sobre lo que está haciendo y llegue a la conclusión de que tiene que calmarse, que no puede ser tan precipitado, tan insultón, tan dueño de la verdad, tan prepotente, y regrese mansito.

Pero bueno, sea lo que sea, que se vaya es una gran noticia. No sé por qué la prensa no la ha desplegado como merece. ¡Qué corrupta!

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