sábado, 17 de marzo de 2012

Las lluvias complican la limpieza de una vía

EL COMERCIO
El ruido que producen las pesadas máquinas se escucha a 300 metros. Cerca de ahí está la comunidad agrícola Chucaple, cantón Quinindé. Está en el centro de la provincia de Esmeraldas. Sus moradores no terminan de acostumbrarse al sonido de las retroexcavadoras y el paso frecuente de volquetes cargados con tierra. “Hasta hace poco escuchábamos el sonido del agua bajando por el estero Caple y el soplo del viento moviendo los árboles. Hoy la bulla impide hacerlo”, dice Johann Rojas, agricultor. Desde el pasado martes, cuando se deslizaron 200 000 metros cúbicos de tierra y se bloqueó la vía Esmeraldas-Quinindé, los moradores están intranquilos porque no pueden comercializar sus productos. David Montesdeoca, uno de los habitantes del sector, fue hasta el Achiote para verificar el avance de los trabajos de recomposición de la carretera. Necesita llevar una carga de papaya desde su comunidad hasta Quinindé. Uno de los técnicos de la compañía Herdoíza Crespo le dijo que la vía estaría lista hoy, después del mediodía. Eso tranquilizó al agricultor de 42 años. Desde donde estaba Montesdeoca se podía observar cómo se ha recompuesto un tramo de 80 metros de la carretera. El deslave destruyó 150 metros de la vía y se llevó la carpeta asfáltica. En la mañana, los técnicos de la compañía Herdoíza Crespo colocaron material de subbase y piedras de filtración para que el agua que sigue bajando de la loma, de 600 metros de altura, no carcomiera más la tierra. Sin embargo, ayer, pasado el mediodía, llovió fuertemente en la zona por más de una hora y el terreno se volvió inestable. Eso obligó a paralizar los trabajos que fueron retomados cerca de las 14:00. “La rehabilitación se complicó por la lluvia que inundó el área nuevamente, pero hacemos los esfuerzos para rehabilitar el paso vehicular hoy en la tarde (viernes)”, asegura Eduardo Ortega, director provincial del Ministerio de Obras Públicas. Unos 200 metros abajo del sitio del derrumbe se desvió el curso del estero Caple para garantizar los trabajos. El desbordamiento de ese afluente podría poner en peligro la limpieza de la arteria. Desde el martes, el panorama para quienes querían tratan de cruzar de un extremo a otro no ha cambiado. Los desesperados viajeros labraron un camino de unos 200 metros, sobre la loma, para llegar al otro extremo de la vía. Las lluvias que caen en esa zona montañosa del recinto Achiote han desmejorado la tierra convirtiéndola en un lodazal. Hay quienes se arriesgan a pasar presurosos pese al peligro de nuevos deslaves.

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