EDITORIAL DEL DIARIO EL UNIVERSO
El lunes, un delincuente ingresó a una escuela pública de Esmeraldas para robarle, cuchillo en mano, su cartera a una maestra. Sus pequeños alumnos fueron testigos obligados de aquel acto de violencia.
El martes, el asambleísta de Alianza PAIS Virgilio Hernández descubrió que los ladrones se habían sustraído computadoras, equipos de sonido y otros objetos de valor de su vivienda en Quito.
En ambas noticias se retrata el país de hoy. El grande y el chico, el poderoso y el humilde, todos somos víctimas en estos momentos de los delincuentes, que roban donde y cuando ellos deciden.
Quizás lo único excepcional haya sido que en ambos incidentes afortunadamente no hubo muertos ni heridos. Nos alegramos. Pero no ocurre así siempre; y en esto tampoco hay distinción, porque la vida de ricos y pobres corre el mismo riesgo.
¿Hasta cuándo? Nadie contesta.
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