sábado, 20 de junio de 2009

El poder y la ética



Por: Rubén Darío Buitrón

http://rubendariobuitron.wordpress.com/2009/06/19/el-poder-y-la-etica/

La prensa no oficialista, aquella que tanto desprecia el Presidente de la República, ha puesto sobre la mesa del debate un tema clave: la moral de las personas ligadas al poder político.

Al revelar la serie de negocios que Fabricio Correa mantiene con el Estado (en otras palabras, con el Gobierno que administra su hermano Rafael), diario Expreso -al que se han sumado todos los medios de comunicación, excepto los alineados con el régimen- destapó una realidad lamentable para los ecuatorianos: pese a los dos años y medio de ‘revolución ciudadana’, aún no aparece uno de los ejes fundamentales de un real proceso de cambio social: la ética en el manejo del poder.

Históricamente, toda propuesta sincera de transformación revolucionaria implica el compromiso de sus mentalizadores con rigurosos principios y valores estrechamente vinculados a la honestidad, la transparencia, el renunciamiento a beneficios personales y grupales, la rendición de cuentas y el estricto cumplimiento de obligaciones en función del ejemplo que deben dar a la sociedad para mantenerse como referentes de ella.

Un sólido liderazgo solo es posible construir con base en hechos que demuestren la voluntad de cambiar las realidades oprobiosas. Y una de esas realidades sigue siendo, como se ve, el involucramiento de familiares directos de los mandatarios en asuntos del Estado.

Justamente, aquel fue uno de los factores que colmaron la paciencia del país cuando este, con su voto, decidió dejar atrás a la vieja política por sus vicios y distorsiones en el manejo de la cosa pública. Solo basta recordar que el nepotismo fue una de las causas por las cuales el gobierno de Lucio Gutiérrez rápidamente perdió el respeto y la credibilidad de los ciudadanos.

NOTA DE LA DIRECCIÓN: Los comentarios editoriales de Rubén Darío Buitrón, uno de los periodistas de mayor prestigo del país, se reproducen en este blog con su expresa autorización. Gracias Rubén Darío.

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