sábado, 9 de enero de 2010

Los poblados junto al mar viven entre el peligro y falta de control



INFORME ESPECIAL DE DIARIO EL UNIVERSO

Las olas revientan sobre los restos de lo que un día fue un muro de contención que yace semienterrado en medio de una playa lodosa cubierta de escombros. El agua llega hasta el portal de la casa de la familia Valencia, en el barrio 30 de Octubre de la isla Limones, del cantón Eloy Alfaro.

Junto a la casa de los Valencia, los miembros de las familias Angulo, Tenorio, Ayoví, Mina se asoman a las ventanas de sus endebles casas en una especie de ritual, haciendo las veces de centinelas para dar la voz de alarma a los vecinos en caso de evacuar si es necesario. “Estamos en aguajes y es peligroso, así hemos vivido siempre”, dice Joselo Tenorio, mientras mira al mar fijamente.

La falta de ordenamiento territorial en esta isla de casi 3.000 habitantes ocasionó que en los últimos quince años aparezcan barrios enteros construidos muy cerca de la playa. Las casas en este sector son precarias, hechas a base de materiales que hay en el entorno: mangle, tablas, caña guadúa y en algunos casos hojas de zinc como techo o cade.

Richard Mina, alcalde del cantón, dice que se hace urgente reubicar a estas familias, sacarlas del sitio peligroso y mediante ordenanza impedir nuevos asentamientos urbanos en este lugar. Las 45 familias están en proceso de ser reubicadas. El delegado del Ministerio de la Vivienda, Miduvi, Miguel Salvatierra, dice que esperan que el Municipio les entregue un terreno para empezar a construir las casas y con ello solucionar el problema de estas familias.

El alcalde Mina pide, además, que se construya un muro de contención para proteger a la isla que está en riesgo de manera permanente. Para ello, dice que se hace urgente que el muro tenga como mínimo tres metros de altura.

Pero el barrio 30 de Octubre, de Limones, es apenas una ínfima parte del problema. Ciudades enteras, como el caso de Esmeraldas, Atacames, Tonsupa, San Lorenzo, Muisne y Rioverde, se levantan al pie del mar, en zonas de alto riesgo de inundación por causas naturales como aguajes o tsunamis.

Para ello, la Secretaría de Gestión de Riesgos de Esmeraldas elaboró un plan de contingencia por inundaciones, que fue entregado a cada uno de los municipios el año pasado, pero este plan no se ha puesto en marcha, al menos eso se demostró con las emergencias vividas en los últimos aguajes.

En Rioverde, capital del cantón del mismo nombre, el aguaje del pasado 2 de enero destruyó completamente el malecón de la comunidad y afectó a decenas de viviendas.

El alcalde de este cantón, Luis López Estupiñán, recalca que la única solución para proteger a los habitantes de esta ciudad de futuras inundaciones es con un muro de contención.

Pero además de Rioverde, poblaciones más pequeñas de este cantón, como Vainilla, Vainillita, Rocafuerte, Montalvo, Lagarto y Palestina, también requieren de muros de contención, los cuales costarían, según el Municipio, unos 8 millones de dólares.

En Rioverde, hace 40 años atrás, el mar llegaba hasta el mismo lugar donde actualmente funciona el Municipio. “Hay que revisar la historia, escuchar a nuestros antepasados, yo cuando era niño me bañaba en este lugar, no sé cómo se permitió que se construya en lugares como estos, sí se sabe por experiencia que el mar siempre recupera su territorio”, explica el Alcalde.

En la provincia de Esmeraldas los sectores más afectados estuvieron hacia el norte, Camarones, Pegue y Tacusa. El alcalde de la capital provincial, Ernesto Estupiñán Quintero, asegura que es indispensable que el Gobierno adopte una política de estado para reubicar a los asentamientos urbanos que están asentados en sitios de alto riesgo.




230 km de costa están copados»

Esmeraldas posee 230 kilómetros de costa desde el cantón Muisne, al sur de la provincia, frontera con Manabí, hasta San Lorenzo, en el límite internacional con Colombia.

Desde épocas remotas a lo largo de la playa se han producido asentamientos urbanos a lo largo de la costa como en las riberas de ríos para facilitar el comercio de madera, tagua y banano, por vía fluvial.

David Granados, coordinador de la Secretaría de Gestión de Riesgos de Esmeraldas, dice que es importante que se regule y no se produzcan nuevos asentamientos en zonas de riesgo y que los municipios hagan ordenanzas para sancionar a los infractores.

La Secretaría de Gestión de Riesgos actualiza el plan de contingencia para casos de tsunamis en Esmeraldas, aunque Granados asegura que hay un plan, elaborado y distribuido específicamente para casos de inundaciones y que fue entregado en todos los municipios.

“Parece que no lo están poniendo en práctica, no han abierto siquiera el libro, mucho menos lo han socializado”, agrega el funcionario, quien señala



10.000 personas sin un plan de evacuación»

Entre los habitantes de Muisne es común que se hable sobre la reducción de la isla. “Antes tenía nueve kilómetros de diámetro y ahora solo tiene siete”, dice Tania Coronel, ex funcionaria de la Fundación para la Defensa del Manglar (Fundecol).

La isla es frecuentemente azotada por los embates del océano y sus barrios son proclives a inundaciones, debido a que el agua ingresa por los brazos de mar que abundan dentro de la isla.

La ciudad está asentada sobre el lado más bajo de la isla y por lo menos siete barrios se inundan con cada aguaje. Pese a que Muisne es vulnerable ante un evento natural, en la zona no existe un plan de evacuación en caso de una emergencia.

El alcalde Ángel Bernal Bonitza dice que se ha planeado construir un muro que proteja a la isla de la fuerza de las aguas y que les permita continuar desarrollando la explotación del turismo.

“El muro tiene que tener tres metros, uno enterrado y dos hacia arriba y luego haremos un relleno hidráulico, con lo cual ganaremos terreno y se explotará el turismo de mejor manera, además de estar seguros ante eventos naturales”, dijo.

Muisne tiene una de las playas más extensas de la provincia y, por ser una isla, se deberían mantener actualizados los planes de contingencia.

Bernal señala que si bien es cierto que no existe un plan de evacuación, se busca el financiamiento para la construcción de un puente de 300 metros de largo que permita conectar a la isla con el continente.

El Alcalde desestima que la isla haya reducido su tamaño. “Es cierto que el mar ha recuperado espacio, pero yo no creo que sean dos kilómetros, habrá que hacer un estudio”, indica.

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