domingo, 3 de mayo de 2009

Los de a pie



Emilio Palacio

Tomado de Diario El Universo: http://www.eluniverso.com/2009/05/03/1/1363/C1F4C555AD8A46EEBBD479C607ABD6F7.html
En medio del fragor del cierre de la campaña electoral a todos se nos pasó por alto el 23 de abril. Ese día, hace dos años, una turba enardecida con banderas del MPD y Alianza PAIS ingresó al edificio en Quito de lo que entonces era el Tribunal Constitucional para “destituir” a sus integrantes.

Tenía la intención de recordarles esos incidentes. Pensaba describir cómo al mediodía los jefes policiales encargados de cuidar el sitio recibieron la orden de desaparecer; cómo entonces dos de los magistrados de la antigua partidocracia, convertidos en adictos al régimen, guiaron a los matones por pasillos y oficinas para que pateen y rompan vidrios, mientras el doctor Santiago Velásquez y sus colegas aguardaban en una pequeñísima habitación, que afortunadamente pasó desapercibida, preguntándose si saldrían vivos. Cuando por fin pudieron abandonar el lugar, muy pocos reconocimos allí el nacimiento de un régimen totalitario.

Los regímenes populistas reaccionarios como el de Rafael Correa, que emergen del voto popular, se diferencian al inicio de las dictaduras civiles o militares en que no pueden emplear para todo servicio a la Policía o al Ejército por los vínculos que estos conservan con el viejo sistema. Así que al nacer recurren a sus propios matones. Velasco usó a los “pichirilos”, Asaad Bucaram a los “mataburros” y Correa a un grupo de dementes de la izquierda marxista.

Pero a medida que el proyecto se consolida y muchos generales se convencen de que el tirano llegó para quedarse, entonces son la Policía y el Ejército los que asumen el control. Los grupos de matones dan un paso al costado. El régimen comienza a funcionar como una dictadura “normal”. En diciembre de ese mismo año, Correa ya no usó a la izquierda sino la fuerza pública para dar bala en Dayuma. Luego de utilizarlos, Correa se deshizo de Mónica Chuji, luego de Martha Roldós y por último de Alberto Acosta (que carece por completo del valor de las dos primeras, así que aguarda en silencio en su cómodo escondite académico).

La pregunta es qué ocurrirá ahora, porque el domingo el Presidente volvió a ganar las elecciones pero con un millón de votos menos, que se volcaron a la oposición. Se demostró que al correísmo le falta bastante cemento todavía para consolidarse, y cuando eso ocurre por lo general los generales dudan. “¿No habremos escogido el bando equivocado?”, se preguntan.

Así que los próximos días, semanas y meses serán decisivos. Si la oposición se repliega sin entender que las circunstancias variaron y que se han abierto fisuras en el régimen, lo suficientemente amplias para defender de nuevo la democracia, entonces el revés de la Contrarrevolución Ciudadana será momentáneo.

Creer que los empresarios, los banqueros, los viejos políticos o los periodistas (salvo contadísimas excepciones) serán el sustento de la nueva oposición, sería una tontería. Le tienen pánico al comunismo de Correa o tienen demasiados intereses que defender. Así que dependemos más que nunca del ciudadano de a pie, de la clase media asalariada, de los indígenas, de los afiliados al IESS, de los profesionales y de los maestros. Si ellos no reaccionan, si no comprenden que totalitarismo no es un asunto solo de pervertir la democracia sino que involucra el viejo dilema de comer o no comer, entonces la oportunidad habrá pasado. Por mi parte, estoy seguro de que eso no ocurrirá.

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