Roces entre evacuados y alumnos

Manuel Toro | ESMERALDAS
EL UNIVERSO

ESMERALDAS. Algunas aulas del colegio Carlos Concha están ocupadas por los damnificados del pasado invierno.
Mientras estudiantes del colegio Carlos Concha exigen la salida de las aulas de 10 familias albergadas en el establecimiento, los damnificados, entre ellos ancianos y niños, manifiestan que abandonarán el sitio cuando las autoridades les faciliten un lugar donde vivir. Por ello hay roces diarios.

Antonio Alarcón, presidente de los evacuados del barrio Propicia 4, indicó: “Llevamos cuatro meses y medio errantes, de local en local, y hasta ahora no sabemos qué va a pasar”.

Vestido solo con ropa interior, el dirigente señaló que se les ofreció construir albergues provisionales dentro del colegio, pero los estudiantes, profesores y padres de familia insisten en que salgan del lugar.

“Sabemos que tenemos que salir, pero no tenemos adónde ir, para nosotros esto es desesperante”, señaló el dirigente.

Dukelman Jiménez, profesor del colegio, indicó que “no se puede seguir afectando a los estudiantes, quienes no reciben clases porque las aulas están ocupadas”. La disputa en el plantel se agravó porque dos alcantarillas de aguas servidas se rebosaron y hay temor de que proliferen enfermedades.

Pero este no es el único caso. En Esmeraldas, unas 210 familias, casi mil personas, están en la misma situación en otros locales. En el Recinto Ferial, en La Propicia, por ejemplo, están decenas de habitantes de la isla La Burrera que perdieron sus casas por la crecida del río Esmeraldas meses atrás. Ellos deben salir del local ya, porque directivos de la Cámara de Comercio empezarán adecuaciones para las fiestas de agosto.

Según Magali Quiñónez, directora del Ministerio de Inclusión Social en esta provincia, la cifra de damnificados era de 210 familias. “Pero la lista se está actualizando porque algunas familias han optado por abandonar los albergues”, afirmó.

El gobernador Jorge Chiriboga se reunió con los albergados y anunció que ellos se beneficiarán de una casa por parte del Miduvi. No se hace realidad.