jueves, 3 de diciembre de 2009

La TV vinculada o una historia de idólatras funcionales



Por: Rubén Darío Buitrón
Este editorial se lo reproduce con el expreso consentimiento de su autor a quien agradecemos por su colaboración.

Triste destino de los canales Gama TV y TC Televisión: de manos de los ex banqueros Isaías pasaron a manos del correísmo.

Si los Isaías utilizaron con eficacia sus poderosas herramientas mediáticas en función de defender sus posiciones, lavar su imagen, atacar a sus críticos y entregar espacios a sus aliados politicos, el correísmo hace exactamente lo mismo: defiende sus posiciones, limpia su imagen, ataca a sus críticos y entrega espacios a sus aliados políticos.

En estos días he escuchado a ciertos académicos de izquierda expresar que no entienden por qué el Gobierno mantiene en esos canales la misma matriz de contenidos ligeros, frívolos, faranduleros, sórdidos y burdos que tanto éxito les dio a los hermanos Isaías.

Cuestionan que no haya cambiado la programación y que aún se mantengan, intactas, las estructuras de telebasura, pornomiseria, sensacionalismo, crónica roja, telenovelas y deportes.

Pero los actuales manejadores (así quiero decirlo) responden que los académicos no entienden nada de televisión comercial. Según ellos, se mantiene la misma estrategia de contenidos para que el rating siga en niveles altos y, de esta manera, conseguir un muy buen precio cuando se decida venderlos.

Se trata de una falacia, claro. Nadie dude ahora de que no fue cierta la promesa hecha por el Régimen en julio del 2008, cuando en un maquiavélico golpe publicitario incautó las dos estaciones televisoras con el presunto objetivo de venderlas y cancelar las deudas de la banca quebrada con sus ex clientes.

Al Gobierno le han sido los canales tan útiles como en su momento lo fueron para los Isaías. Si uno pudiera volver al pasado, apenas hace tres o cuatro años, no encontraría ninguna diferencia entre lo que se hacía entonces y lo que se hace ahora.

Gama TV y TC Televisión, juntas, copan al menos el 50 por ciento de la sintonía y las preferencias de los televidentes de señal abierta en Ecuador. Esta sintonía y preferencias se ubican en la población media pobre y pobre, justo el sector social al que el Gobierno dirige todos sus esfuerzos para consolidar su proyecto de izquierda populista.

Así que los académicos ingenuos y puristas están equivocados. Si la televisión es el medio de mayor impacto y cobertura y constituye una eficaz herramienta para llegar a la gente con menor nivel educativo, desde los intereses del Régimen sería absurdo perder esta potente arma de persuasión y adoctrinamiento.

No me pregunten qué pasó con los reporteros y jefes de estos canales, quienes hasta hace tres años y medio detestaban al entonces candidato Correa y apostaban todo al otro postulante, el mediocre millonario de derecha Álvaro Noboa.

A la mayoría se la ve tan cómoda en sus reencauchados roles de voceadores de los intereses del correísmo que a uno le queda la sensación de que en esos medios no ha pasado nada.

Y, en realidad, no ha pasado nada. ¿La revolución ciudadana llegó a esos medios? No. Lo único que llegó fue un nuevo tropel de idólatras funcionales.

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