viernes, 19 de febrero de 2010

Los damnificados por las lluvias viven drama y claman por ayuda



EL UNIVERSO

Nuevamente Anchayacu quedó bajo las aguas. Esta comunidad del cantón Eloy Alfaro, ubicada al norte de la provincia de Esmeraldas, sufrió la arremetida del río Ónzole. “Este es un problema de todos los años”, asegura María Baguí, mientras camina a una loma aledaña, que sirve de refugio a los 300 habitantes de esta comunidad, durante las inundaciones.

Desde la loma el río Ónzole se ve imponente. Las lluvias torrenciales de los últimos días han incrementado su caudal. Hoy tiene, al menos, 120 metros de ancho. Cuarenta más de lo normal, calcula Baguí, que en sus 69 años de edad ha visto la furia de este afluente. “En 1970 se llevó 22 casas. Una de ellas era la mía”, comenta y señala un terreno que hoy, nuevamente, está cubierto por las aguas.

Pero Anchayacu no es la única comunidad que resultó inundada esta última semana por la crecida del Ónzole. Según los informes que manejan los miembros del COE también se han desbordado los ríos Cayapa y Santiago, anegando a las comunidades de San Agustín, Las Cruces, Guapilar, Papayal, Boca de Izcuandé, San Francisco del Ónzole y Anchayacu.

Atacames fue una de las más afectadas por las inundaciones. Solamente en este cantón 54 familias tuvieron que refugiarse en el colegio Carlos Saúd, de Súa, y en el Centro de Protección Infantil, de Atacames, desde el martes último.

Santos Cherre, morador del barrio Nuevo Porvenir, de la parroquia Súa, es una de esas víctimas. El hombre alto y delgado, de piel tostada por el sol, comenta que perdió su casa. Una repentina crecida del río Súa cubrió de agua su vivienda, que finalmente se desplomó y fue arrastrada por la corriente.

En los últimos días Cherre se ha dedicado a reciclar maderas y clavos de lo que fue su hogar. Cañas guadúas y palos con ropas, cubiertas de lodo es lo que quedó de su casa.

Lilian Valencia tiene ocho meses de embarazo y pese a lo ocurrido da gracias por estar con vida. Aunque ella no se resigna a haber perdido todo, señala que la creciente del río Súa del martes pasado fue algo que nunca había visto.

María Bautista dice que el río Súa subió 10 metros más de lo normal. Hasta el pasado jueves la inundación se mantenía y los bomberos utilizaban bombas para retirar el agua.

Muchos de los afectados acudieron al colegio Carlos Saúd para refugiarse. A ellos se les dijo que se les entregarían raciones alimenticias como primera ayuda. Con el pasar de las horas, lo ofrecido no llegó y los que se albergaron volvieron a sus casas inundadas.

Otro de los afectados, Carlos Silva, junto a su esposa, permaneció en su vivienda llena de agua y no acudió al albergue junto con otras 20 familias. “Yo me quedo a cuidar lo poco que me queda”, dice.

Mientras los bomberos trabajan, ajenos a lo que pasa algunos niños aprovechan de las pozas de agua que se han formado para bañarse. “El peligro de una epidemia está latente”, advierte Ray Olarte, jefe del Cuerpo de Bomberos de Atacames.

David Granados, de la Secretaría de Gestión de Riesgo, dice que las raciones alimenticias estaban siendo enfundadas en el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

En la capital esmeraldeña las cosas no están mejor. Las lluvias han dejado las calles cubiertas de lodo. El personal y maquinaria del Municipio no se da abasto para limpiar los restos del invierno que han afectado más a los barrios 26 de Junio, La Tolita, 3 de Octubre, La Florida.

“Simplemente el sistema de alcantarillado ya no sirve”, comenta Efraín Cadena, mientras intenta retirar con una escoba el lodo acumulado en la acera. “Lo peor es que cuando llueve se acumula agua, que dura varios días, porque falta un sumidero. Esto me afecta a mi negocios, dice, delante de un almacén de construcción de puertas y ventanas de aluminio, ubicado en la avenida Libertad, al norte de la ciudad.

Autoridades locales aseguran que la ayuda está llegando a los afectados. Magali Quiñónez, del MIES, dice que el pasado viernes se despacharon raciones para 474 familias del cantón Eloy Alfaro, otras 292 para Rioverde y 212 en Muisne.

La funcionaria admite que “el retraso del envío a estos sitios fue porque no llegaron los quintales de azúcar que se transportaron desde Quito”.

Los alcaldes de Eloy Alfaro, Quinindé y Muisne advierten futuras epidemias por el temor que las aguas de los pozos profundos, donde se capta el líquido para los quehaceres domésticos de las familias, se hayan contaminado con las aguas servidas de los pozos sépticos que hay en cada una de las viviendas de estas localidades.

Más datos: Invernal
Dengue
Según el Servicio Nacional de Erradicación de Malaria (SNEM) han registrado en Esmeraldas 73 casos de dengue clásico, cuando hasta esta fecha en el 2009 eran 39 casos.

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