Filomena Rosero muestra el río Tululbí, ubicado en el sector de Minas Viejas, en el norte de Esmeraldas. El líquido se ve café y turbio y esta mujer exclama que es la única fuente de agua para 150 personas de la nacionalidad Awá, que habitan en el sector.
“Las mineras que explotan el río en la parte alta son las responsables”, asegura Antonia Cantincuz. También dice que cuando los niños se bañan en la cuenca, impulsados por el calor tropical, se enferman con granos.
Como muestra del problema Cantincuz enseña la pierna y los brazos de su hija Jenny, de 3 años. La piel tiene granos y manchas blancas. Es similar a la de otros niños del sector.
Rosero recuerda que Minas Viejas, hace unos 30años, parecía un paraíso . “El río estaba repleto de camarón, pescado y tortugas. También había guantas, ardillas, perdices, tatabras, etc. Y entre los árboles de chanul, guayacán, sande volaban guacamayos, perdices, pavas…”.
Pero ahora el poblado es un inmenso valle devastado y sin árboles. Un camino con lodo se abre paso desde la carretera Ibarra-San Lorenzo hasta que desaparece con el monte. A los costados hay inmensos sembríos de palma de aceite.
Es por eso que Filomena Rosero añora los años infantiles en los que junto a sus hermanos y amigos capturaban peces solamente con las manos.
Pero Minas Viejas no es la única comunidad afectada por la contaminación. Según un estudio realizado por el Instituto de Higiene Izquieta Pérez y la Secretaría Nacional del Agua (Senagua), los ríos del norte de Esmeraldas están contaminados.
“El uso de mercurio y arsénico contaminó el agua de los ríos y esteros en Boca de María, Zabaleta, Bogotá, Santiago, Wimbí, Tululbí, Picadero, Selva Alegre y el Muerto, ubicados en los cantones Eloy Alfaro y San Lorenzo”.
En el Subcentro de Salud de Lita, hacia donde concurren la mayoría de los indígenas Awá, los problemas de la piel son la principal dolencia. Filomena llora al ver la selva destruida.
En tres provincias
La comunidad Awá está integrada por 4 000 personas que viven en Imbabura, Carchi y en el norte de Esmeraldas.
Los Awá conservan un territorio de 116 640 km2, la mayoría esta cubierto por el último remanente de bosque húmedo tropical.
Las enfermedades de la piel, parasitosis y desnutrición y paludismo son las principales dolencias que afectan a este pueblo indígena.
La minería ilegal está suspendida. Sin embargo, los habitantes de el norte de Esmeraldas aseguran que la extracción continúa.
Según los indígenas a la deforestación le sigue la minería y el cultivo de palma.
La comunidad Awá está integrada por 4 000 personas que viven en Imbabura, Carchi y en el norte de Esmeraldas.
Los Awá conservan un territorio de 116 640 km2, la mayoría esta cubierto por el último remanente de bosque húmedo tropical.
Las enfermedades de la piel, parasitosis y desnutrición y paludismo son las principales dolencias que afectan a este pueblo indígena.
La minería ilegal está suspendida. Sin embargo, los habitantes de el norte de Esmeraldas aseguran que la extracción continúa.
Según los indígenas a la deforestación le sigue la minería y el cultivo de palma.
Punto de vista
Pablo Minda/ Antropólogo
‘Las comunas pierden tierra’
La situación del norte de Esmeraldas es complicada. No solo es la minería ilegal, sino también la tala indiscriminada de bosques y la presencia de sembríos de palma africana. Esas tres actividades han destruido grandes extensiones de bosques y eso ha implicado compras forzadas de tierra a las propias comunidades. Los mayores efectos los sufren las comunidades afros e indígenas Chachi, Épera y Awá. Según una investigación de la Universidad Católica, los ríos Santiago, Bogotá y Tululbí están contaminados con metales como mercurio y arsénico. Es un problema grave. Las comunidades utilizan esa agua.
Pablo Minda/ Antropólogo
‘Las comunas pierden tierra’
La situación del norte de Esmeraldas es complicada. No solo es la minería ilegal, sino también la tala indiscriminada de bosques y la presencia de sembríos de palma africana. Esas tres actividades han destruido grandes extensiones de bosques y eso ha implicado compras forzadas de tierra a las propias comunidades. Los mayores efectos los sufren las comunidades afros e indígenas Chachi, Épera y Awá. Según una investigación de la Universidad Católica, los ríos Santiago, Bogotá y Tululbí están contaminados con metales como mercurio y arsénico. Es un problema grave. Las comunidades utilizan esa agua.
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