TRISTEZA Y ESTUPOR
El dictamen de la Segunda Sala de lo Penal del Guayas llegó en el día pedido por el presidente Correa. Dos de los tres jueces ratificaron la polémica sentencia del juez Paredes.
La ratificación llega 60 días después del fallo de primera instancia, pese a los cuestionamientos sobre su rápido desenlace con una lectura veloz de las 5 000 páginas del proceso, y cuando todavía no se han despejado las dudas sobre la posible introducción del documento de la sentencia en la computadora del juzgado con un presunto programa pirata.
La presencia del Jefe de Estado, de su gabinete y de una fuerte dotación de seguridad durante un juicio entablado a título personal llamó la atención, tanto como la celeridad de la Sala, primero para postergar la audiencia cuando el Presidente estaba de vacaciones y luego para adelantar la lectura de la sentencia -que bien pudo ser dada a conocer ante el abogado del demandante- solamente porque el Presidente sale de viaje.
Todo esto ocurre en el entorno de cambios en la justicia, remoción de jueces y selección de aspirantes a magistrados de la Corte Nacional, en un proceso complejo donde la desafortunada frase de Correa de “meter las manos en la justicia” retumba como una interferencia de un poder sobre otro.
Hoy, y mientras los abogados del Diario estudian el documento para elevar la sentencia a casación, el caso de El Universo confirma la amenaza que la libertad de expresión sufre en el país por parte del poder político concentrado. Se hacen más evidentes los riesgos de un proyecto de Ley de Comunicación para controlar y sancionar, y la ignominia de una democracia sin prensa libre y con una justicia dependiente.
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