Comen culebras nupa, X, verrugosa y cualquier otra que se les cruce en su camino.
Ahora están pensado en Comer perros.
Por: Lewis Tenorio
Estudiante de la Escuela de Periodismo de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres, extensión La Concordia, especial para Esmeraldas News.
“Yo no le tengo miedo a las culebras, yo me las como”, fue la primera respuesta que dio, Alfredo Escobedo Quiñonez, a la pregunta que en forma de broma le planteamos, si le temía a las culebras. Amablemente nos recibió en su humilde casa con piso de tierra, un remendado de techo y viejas paredes.
Nos invitó a sentarnos en un pequeño banco porque justo en ese momento que llegamos empezó a brillar con intensidad el sol. Antes de iniciar el diálogo acudió a su cuarto para sacar tres botellas una “curada” (montes medicinales con licor) y dos de manteca de culebra.
Alfredo Escobedo a sus 82 años de edad se siente con mucha fortaleza para seguir trabajando en el campo. Vive en la vía a Malimpia - El coco, sector La Gorgona, en el mismo lugar donde nació.
En la humilde choza le acompaña su conyugue Margarita Solís, con quien vive desde hace 36 años, cura mordeduras de serpientes a los vecinos campesinos y cuenta que cuando era muchacho sus hermanos, al ver alguna culebra, lo empujaban encima de la víbora y con un pedazo de palo las mataba. A pesar de eso no le ha mordido ninguna culebra.
Hace varios años aprendió a curar mordeduras de culebras y otras enfermedades usando para ello montes como doncella, discancel, sanjuanito, y otras plantas que, según él guarda un secreto.
Los vecinos saben que Alfredo Escobedo no solo que caza culebras, sino que se las come y cuando alguien mata una se la lleva a vender o a regalar, comentan que muchos tienen miedo comer culebra porque creen que se van a morir envenenados.
“La culebra X es la más rica su carne es deliciosa y tiene buen sabor, mientras que la nupa su carne es más insípida y si quieren saber a qué sabe pruébela, porque tengo preparado un poco”, dijo, mientras nos daba la entrevista a los estudiantes de la Universidad Luis Vargas Torres.
Cuando le llevan algunas culebras, don Alfredo le corta una cuarta de la cabeza hacia abajo y una cuarta en la cola. Les saca las vísceras y la piel, la cual la vende a los talabarteros que pagan un buen precio por la piel de acuerdo al tamaño.
Mientras que, doña Margarita se encarga de lavar la carne con sal y limón luego la pone a cocinar un poco y después a secar en el humo, y la serpiente esta lista para el estofado guisado.
“Con los condimentos necesarios nosotros vivimos alentados sin ningún tipo de enfermedad aunque desde pequeño tenían problema de hernia y con los remedios que me hago me he mantenido hasta ahora, el mayor problema son las vistas, no veo bien y necesito una operación”, explica. Desde hace 32 años cultiva un pequeño cafetal y lo paradójico es que no ha podido encontrar ninguna culebra en su propiedad. “Yo creo que me huyen porque saben que si cazo una tengo asegurada mi comida”, dijo.
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