Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Debatían en la radio dos comentaristas sobre la causa de la violencia en la Universidad Central. Uno decía que Rafael Correa era corresponsable de la violencia que vive el país, y en particular de la paliza que le quisieron dar algunos desadaptados al rector de esa universidad. Que la agresividad y odio transpirados a través de los bordados de las camisas presidenciales generan esta actitud violenta en la población.
El otro decía que el Presidente nada tiene que ver en esto. Que estos grupos universitarios ya han sido violentos en el pasado. Que en el país la gente roba, agrede y mata desde antes de Correa.
Sería muy exagerado pensar que la conducta de estos estudiantes armados con palos, del ladrón que nos roba el celular, o de cualquier persona que actúa con violencia es motivada por las palabras y actitud de Correa. En eso estoy de acuerdo con el último comentarista. Pero lo que decía el primero puede también tener algo de verdad.
En las empresas donde se respira un ambiente tenso y hostil, basta con mirar a sus gerentes para entender donde empieza todo. La agresividad se contagia desde el que dirige la organización.
Si el Presidente con tanta facilidad menosprecia, insulta y tacha de mafioso o corrupto a quien piensa distinto a él, ¿por qué esperar una conducta mejor en el resto de la población? Esos insultos presidenciales seguramente no lleven a cometer actos violentos a la ciudadanía, pero sí contribuyen a un clima hostil.
A veces sorprende cómo este Gobierno transpira amargura y menosprecio en todo momento. Por ejemplo, me llegó un boletín informando que Rafael Correa ha recibido el premio al Logro Excepcional Académico 2009 por parte de la Universidad de Illinois, en reconocimiento a “su activo liderazgo en la implementación del desarrollo económico y la reforma política en el Ecuador”.
La universidad donde Correa estudió le hace un reconocimiento. Es una buena noticia para el Presidente, sus seguidores y hasta el país.
¿Pero que más dice este boletín salido de Carondelet? Al muy estilo Correa, no se limita a comunicar y agradecer este reconocimiento, sino que aprovecha para quejarse y atacar. Dice el comunicado que “Mientras… el rector de la Universidad Católica de Guayaquil… pidió perdón al pueblo ecuatoriano ‘por la calidad de persona que hemos formado’, …la Universidad de Illinois declaró el premio anual de mejor ex alumno al Mandatario Correa…”. Y que “la Universidad Illinois está en el puesto número 25, a nivel mundial, mientras que la Universidad Católica de Guayaquil no aparece entre las primeras 2.000”.
Qué bajo cae este Gobierno, hasta cuando menos lo esperamos. No saben ganar. Peor perder. Sacan la lengua y escupen cuando pueden. Convierten una noticia positiva en toda una expresión de pica y resentimiento. No nos sirven de ejemplo.
En la Universidad de Illinois seguramente están orgullosos de tener un ex alumno convertido en Presidente. Pero parece que les faltó averiguar bien en qué clase de Presidente se convirtió. Tal vez ahí hubieran reconsiderado el premio.
El Presidente puede no ser el culpable directo de la violencia en este país. Pero con su conducta hace todo menos generar un ambiente de cooperación y paz. Ni porque estamos en Navidad.
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