Por: Elsa Mera Bravo
Los niños que sueñan con ser futbolistas están en los barrios de Esmeraldas. Invisibles, ausentes. Con la piel oscura y brillante.
En el barrio 3 de Octubre, ubicado en el centro-norte de la ciudad, todas las tardes se juega pelota. Byron, Aldair y Darwin, niños de entre 9 y 12 años de edad hacen correr el balón en un pedazo de tierra. Es su cancha.
Su vecina, doña Lucila Corozo de 50 años, después de barrerles la cancha que está al frente de su casa, se sienta en una silla de plástico a observar el partido. Lo disfruta, aunque una nube de polvo la envuelva en cada anotación de un gol.
Están en riesgo, todos, los niños y sus familias. El sector donde viven es uno de los cuatro sitios de Esmeraldas en estado crítico, que en cada invierno sufre inundacions y deslaves. Un canal de aguas lluvias recorre la única calle del barrio, de aproximadamente 60 casas de madera y de caña guadua, todas pequeñas.
Para los adultos los recuerdos son dolorosos. En el año 1997 las fuertes lluvias durante el Fenómeno de El Niño provocaron el desvordamiento del cauce y se inundanron todas las viviendas. Salvaron sus vidas en esa ocasión. Ocho casas con las colchonetas y las cocinas quedaron bajo tierra.
Los habitantes del barrio 3 de Octubre saben que no deben vivir allí, pero la reubicación que les exige el Municipio de Esmeraldas, no es una opción para este grupo de amas de casa, mécánicos, comerciantes informales y albañiles.
El Fepp (Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio) y la Fundación Intermon Oxfam, capacitan a esta comunidad. Se está conformando un Comité de Gestión de Riesgo y una brigada de primeros auxilios.
Es el barrio hundido y amenazado donde se construyen sueños de futbolistas. Allí donde, mientras papá y mamá se preparan para responder ante una inundación o un deslave, Byron, Aldair y Darwin, sus hermanos, primos y vecinos continuan, al medio día, apresurando las tareas para correr a la cancha. Cuando llueva no asistirán a la escuela.
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