Por Thalía Flores y Flores
tflores@hoy.com.ec
"Cara de estreñido", "igualito a Walter Mercado (ja, ja, ja), pobrecito", dijo sonriente al referirse a un articulista contradictor de su Gobierno. "¡Qué venga a decirme de hombre a hombre... algún día me encontraré en la calle...!", gritó luego, al comentar el artículo de otro periodista crítico de su gestión. "¡Saquen del aire esa porquería!", espetó después mientras ordenaba retirar un cuestionado talk show de uno de los canales incautados y manejados hoy por su Gobierno.
"Tipejo", llamó a otro periodista. "Cloacas con antena... ¡Ya basta!, voy a pedir que cierren, definitivamente, Teleamazonas", sentenció.
"¡Así es que se gobierna, así es que se gobierna!", corearon, eufóricos, los partidarios. "Cárcel para esos", clamaron, exaltados. El líder prosiguió: "Imbéciles", "brutos agenciosos", "tontos arrogantes", "sinvergüenzas, inmorales, mala fe", "tienen un zapato en la cabeza", dijo, sobre los periodistas, en diferentes pasajes de su intervención, en la que también pidió la cárcel para un político que trabajó con él en su primera campaña, pero que hoy está en la oposición.
No se trata de líneas de una pieza de teatro sobre las acciones de los dictadores del siglo pasado, o una ópera bufa que recrea los decires de falsos líderes, no. Son frases dichas la semana pasada en Quito, en la simbólica Plaza del Teatro, y pronunciadas por un PhD en Economía de la Universidad de Ilinnois, Máster de Artes en Economía de la Universidad de Lovaina, profesor principal de la Universidad San Francisco de Quito, profesor invitado de Flacso y actual presidente del Ecuador. ¡Así no, presidente Correa!
El temperamento de los seres humanos ha sido siempre materia de estudio. Aristóteles se refería a ello expresando que ponerse furioso era fácil, "lo difícil es ponerse furioso en la intensidad correcta y por el motivo correcto".
Más recientemente, se comenzó a hablar de la "inteligencia emocional", una excepcional cualidad humana que permite "tolerar las presiones y frustraciones". Un asunto harto difícil para el común de los mortales.
¿Qué es lo que enfureció al presidente Rafael Correa, en el Enlace n.° 135 al punto de pedir el cierre de un canal de TV a sabiendas de que no es tema de su competencia?
Le enfureció que se haya espiado en el Despacho Presidencial, en su propia oficina. En realidad, es muy grave y debe ser investigado y sancionado con severidad. Pero también es grave que no haya negado lo que se dice en las grabaciones, esto es, que el oficialismo hizo ciertos cambios a los textos de la Constitución, y que se siga maltratando a Alberto Acosta acusándolo de "infantilismo". Ordenar sacar del aire el talk show de un canal público -aunque la mayoría esté de acuerdo- confirma lo que se ha había dicho, pero no se admitía: que es el Gobierno y no el Estado el que maneja esos medios. Y, ¿qué decir de los insultos, las descalificaciones, las palabras soeces y la ojeriza a los periodistas? Ortega y Gasset dijo: "Un hombre desmoralizado es un hombre que no está en posesión de sí mismo". ¿Por qué se desmoraliza un ser humano? "Seguramente, porque no sabe qué responder, está desorientado...", dijo la profesora de Ética, Victoria Camps.
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