Por: Rubén Darío Buitrón.
http://rubendariobuitron.wordpress.com/
Somos humanos. Es decir, imperfectos. Es decir, perfectibles. Pero lo perfectible implica, justamente, un proceso previo de entender que somos imperfectos y que, por tanto, hay que mejorar, rectificar, cambiar, elevar el nivel, “poner la vara lo más alto posible”. Y saltarla. Pero, de nuevo, existe otro proceso previo: la autocrítica, el admitir que me equivoqué, el decirlo en voz alta, el mirar a los ojos de la persona afectada (en este caso el lector), ofrecerle disculpas y corregir. Y después de corregir, aprender del error. E intentar no cometerlo de nuevo.
Suena fácil. Es como mirarse al espejo y ver cómo se triza y caen sus pedazos. Es como tener que agacharse, juntarlos y volver a ponerlos en el marco. O sea, reinventar el espejo. Hummm. Con la probabilidad de que mañana vuelva a trizarse.
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