viernes, 27 de marzo de 2009

Correa usa la ley como garrote

Es el editorial del diario ABC de Asunción, sobre la visita de nuestro Presidente a esa ciudad. El editorial fue reproducido en Diario El Universo http://www.eluniverso.com/2009/03/27/1/1363/86D4AC45B7954E7282B2B4CE395D15C2.html y es una pena que en el exterior todos se den cuenta de lo que está pasando en nuestro país, pero acá hay algunos que no quieren ver. Aquí está el artículo completo y su enlace. Disfruten y muéranse de las iras:



Correa usa la ley como garrote
Nuestro Invitado
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ASUNCIÓN

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de visita oficial en nuestro país, ofreció una conferencia de prensa en la que tuvo ocasión de hablar, precisamente, de la prensa y de la libertad de expresión por medio de ella. Y como este es el punto crítico de toda mentalidad autoritaria, sea castrista o “bolivariana”; o simplemente fascista, como era Stroessner, se despachó de la forma conocida.

Primero atacó a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) con los mismos argumentos que utilizaban, hace un cuarto de siglo atrás, los voceros de la dictadura stronista Ezequiel González Alsina, Montanaro, Cáceres Almada y otros, expresando con tono exasperado cosas como que: “¿Quiénes son los de la SIP?”, “¿Qué se creen si no son periodistas sino apenas empresarios?”, o “Lo que hacen es defender sus intereses particulares y no la libertad de prensa”, etcétera.

Como es difícil de creer que para escoger sus argumentos Rafael Correa haya revisado los archivos de los diarios Patria, El Diario Noticias o del programa radial ‘La Voz del Coloradismo’ de nuestro país, que se encargaban de publicitar puntualmente los ataquesNingún gobernante soporta mucho tiempo que le estén publicando verdades inconvenientes e irrefutables sobre su régimen –como ocurrió con Stroessner–, en especial referentes a la corrupción. del régimen stronista contra la SIP con estos mismísimos argumentos, hay que concluir forzosamente que la coincidencia entre ellos se da nomás de forma natural. Tienen idéntica mentalidad y, por tanto, las expresan de la misma forma y reaccionan argumentando y actuando igual ante este tema.

Pero, más allá de la negativa opinión que estos gobernantes autoritarios de la neoizquierda latinoamericana tengan acerca de una organización gremial como la SIP o de otras similares, su aversión hacia ellas es muy útil para conocer su pensamiento profundo, ese que no muestran antes de asumir el poder, dejando al descubierto su íntima y verdadera manera de concebir la libertad de las personas y su papel de gobernante frente a ellas.

En esta ocasión, ante la pregunta de una periodista, Rafael Correa declaró textualmente: “Yo estoy de acuerdo con la prensa que sea adversa al Gobierno, le agradezco que sea crítica, pero otra cosa es que haya mala fe, otra cosa es que haya manipulación deliberada de esa información, del rol político de cierta prensa que debería informar y lo que hace es asumir posiciones políticas que le corresponderían a partidos políticos, y si la prensa asume un rol político, tendrá una respuesta política. Yo coincido totalmente con Fernando (Lugo) en el sentido de que bienvenida sea una prensa crítica, adversa al Gobierno que nos iba a hacer mejorar. Pero lo que muchas veces existe no solamente en Ecuador, sino en América Latina, es que hay una prensa corrupta, mediocre, que cumple un rol político y en consecuencia en uso de nuestra libertad de expresión, porque nosotros también tenemos libertad de expresión, tendrá una respuesta política”.

Siguiendo el mismo proceso discursivo que los que le precedieron en este asunto, Correa pronuncia pomposamente la frase ritual “soy partidario de la libertad de prensa” (punto de partida simbólico indispensable para evitar cualquier posible acusación al respecto); pero lo que viene a continuación es lo que realmente muestra el íntimo sentir de estos nuevos inquisidores; por ejemplo, afirmar que hay una prensa que puede ser crítica del Gobierno pero que no irrita a los gobernantes pues en realidad les “ayuda a mejorar”.

Esta mítica prensa que denuncia amigablemente los errores o malas intenciones de los gobernantes, que critica pero no molesta, no existe en ninguna parte. La prensa es siempre amiga de la verdad o es siempre amiga del gobernante. No podría ser ambas cosas durante más que un muy breve lapso, generalmente al principio de un periodo político, luego del cual tiene que decidirse por una u otra posición, puesto que ningún gobernante soporta mucho tiempo que le estén publicando verdades inconvenientes e irrefutables sobre su régimen –como ocurrió con Stroessner–, en especial referentes a la corrupción.

Y es entonces cuando comienza el distanciamiento. La prensa que se empecina en publicar críticas “perjudiciales” para la imagen del Gobierno se torna “prensa enemiga”, “prensa desestabilizadora”, “prensa al servicio del imperio”, “prensa al servicio del comunismo internacional ateo y apátrida”, “prensa contrarrevolucionaria” y un larguísimo etcétera. Ahora Correa agrega otros adjetivos: “Corrupta, mediocre, que cumple un rol político”.

En todas partes del mundo la prensa que se corrompe empresarialmente casi siempre lo hace a favor del oficialismo (que tiene los medios para sobornarla), por lo que a gobernantes como Chávez y Correa, la prensa corrupta les favorece mucho. Por lo demás, la opinión pública suele fichar rápidamente a sus exponentes. En cuanto a la “prensa mediocre”, existe en todas partes; su presencia responde a condiciones sociológicas, no políticas, y bajo un régimen de libertad sus medios tienen el mismo derecho a existir que los de la “prensa culta”.

En cuanto al “rol político” que cierta prensa cumpliría (Correa emplea la expresión como si fuera un gran descalificativo que esto exista), es la frase que desnuda el íntimo sentir de la mentalidad autoritaria, de lo que se hablaba aquí anteriormente. Posiblemente lo que Correa resiente, al igual que sus maestros Castro y Chávez, es que en su país la prensa adquiera por fuerza de la opinión pública un poder político mayor que el deseable para él, que se instale un inoportuno competidor bajo un régimen que aspira a detentar el monopolio vitalicio del poder.

Pero los autoritarios suelen recurrir a las mismas armas para enfrentar a esta prensa que tanto molesta, que según el grado de dictadura implantada, suelen ser algunos de estos tipos: la supresión drástica y total de la libertad de prensa (como en Cuba), el ocultamiento o retaceo sistemático de la información oficial, la creación o recurrencia a los medios de prensa de los amigos del Gobierno o “prensa oficialista” y, finalmente, la creación y potenciación de la cadena oficial o “prensa obligatoria”. Si un Gobierno quiere ocultar información a la ciudadanía, deformarla o manipularla, solo tiene que recorrer uno o varios de estos caminos.

Después llega ya la directa persecución a los medios. Si Correa quiere aprender algo más acerca de esta técnica política debería estudiar lo que se hacía aquí en tiempos de la dictadura de Stroessner. Tendría un manual bastante completo, que luego ha de completar actualizando algunas lecciones con su venerable maestro Hugo Chávez.

Para finalizar su exposición, Correa formuló una clara y descarada amenaza contra la libertad de prensa en Ecuador: “La prensa política tendrá una respuesta política”. ¿Cuál será esa respuesta “política”?

Lo que debería hacer como gobernante que se dice democrático, si tiene que refutar, responder o contraatacar a la prensa que le resulta “demasiado” crítica, es emplear idénticas armas dentro del ejercicio de la misma libertad, para que la ciudadanía, contrastando lo publicado con la realidad, sepa de qué parte está la verdad. Debe en esa “respuesta” emplear los medios de prensa de “amigos”, que todo gobierno parece tener y que a él no le han de faltar. Por lo tanto, si su respuesta va a ser también “política”, debe responder a los “ataques” a través de los medios de prensa y no aplicando arteramente cualquier ley. ¿De qué se diferencia lo que promete Correa de aquella famosa política de “tuerca, tuerca, tuerca” de Montanaro que tan bien conocemos los paraguayos?

Por eso, responder “políticamente” suena a represión, disuasión, persecución y, posiblemente, silenciamiento. Hugo Chávez “respondió políticamente” a la cadena RCTV clausurándola mediante un subterfugio legal. Es bueno que los periodistas de Ecuador adviertan que su presidente Correa piensa seguir también en esto los pasos de su maestro y emplear la ley como un garrote contra la prensa no adicta a su régimen.

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